Ésta misma semana nos hemos hecho PCR y estábamos algo preocupados por lo que supondría el proceso para los niños, puesto que habíamos oído que no era muy agradable… Pensamos que si ésta primera experiencia resultaba mala, teniendo en cuenta que es probable que nos toque hacer más, sería difícil enfrentarse a las siguientes.
Por lo que ideamos un plan con el objetivo de que la experiencia no fuera traumática para ellos y el recuerdo de aquella tarde fuera positivo. Os cuento cómo lo hicimos por si a alguien más le puede resultar interesante.
Hicimos como que alguien tocaba el timbre de casa y aparecía una carta en la puerta. En ella se presentaba una espía que formaba parte de una misión secreta y que necesitaba unos ayudantes para algunas de sus tareas. Los niños estaban entusiasmados con la idea, debíamos hacer varias pruebas y la última era ir al ambulatorio y allí una persona vestida de una manera especial nos tomaría una muestra de la boca. Como recompensa al volver a casa la espía nos habría dejado un detallito (un cuaderno para dibujar).
En nuestro caso, con esta historia conseguimos que los niños fueran tranquilos, que como veníamos de hacer algunas pruebas llegasen calmados y contentos y que al salir se les pasase rápido el mal trago del palito que les habían metido por la boca.
Es importante adelantar a los niños cómo va a ser el proceso, pero sin asustarles y ya si logramos que lleguen tranquilos y que la experiencia de ese día en general sea positiva, sería genial. Sabéis que no somos partidarias de premios ni castigos, y en este caso no queríamos presentarlo como “si dejas que te hagan eso, tendrás un regalo” sino que por haber cumplido las pruebas tenemos un detallito por parte de la espía…